Herbert Draper. 1898 "Lamento por la muerte de Ícaro"
En la antigua Roma existía una ceremonia de enterramiento
llamada conclamatio. La conclamatio consistía en gritar a todo
pulmón 3 veces el nombre del muerto para darle un último adiós o para comprobar
si efectivamente se encontraba sin vida. Este rito romano no sólo era frecuente
en la realidad sino también en la literatura. Por poner un ejemplo, tanto
Virgilio como Ovidio hacen referencia a esta ceremonia en sus obras. En el caso
de Virgilio, la referencia al rito aparece en las Geórgicas y en el Libro III de
la Eneida. Sin embargo, es con Ovidio
donde toma más evidencia y peso.
En el Libro II del Arte
de amar, aparece un capítulo titulado “De las alas del Amor a las alas de
Ícaro”. En dicho capítulo, Ovidio recrea la historia de Ícaro de forma
detallada. El pasaje es por demás hermoso, sobre todo la forma en la que Dédalo
le aconseja a su hijo Ícaro cómo debe volar en equilibrio sin acercarse mucho
al mar ni al sol para que no se derritan sus alas artificiales pegadas a su
cuerpo con cera y así poder escapar del encierro en que los mantiene Minos. Los diálogos de Dédalo son en verdad reveladores
y conmovedores. El pasaje adquiere su máxima tensión cuando Dédalo, en pleno
vuelo, pierde de vista a Ícaro que finalmente acabará hundido en las aguas. En
ese instante, Dédalo grita 3 veces el nombre de Ícaro preguntándose por su
paradero. El recurso literario de nombrar 3 veces un nombre propio es conocido
como “anáfora triple”, es así que el traductor y estudioso Vicente Cristóbal
López compara esta anáfora triple de Dédalo con el rito funerario de la conclamatio.
Cuando en días inciertos la melancolía y la nostalgia
derraman sus cilicios, cuando la memoria derrite sus ceras y nos moja las
plumas del vuelo, cuando los Ícaros de mi vida se me presentan en espejismos, cuando
el recuerdo me trae a mis muertos cierro los ojos y grito en silencio 3 veces
sus nombres, no para comprobar si efectivamente están sin vida, sino para
sentir cómo sus vuelos me acompañan.
La conclamatio nos
recuerda que pronunciar nombres muertos nos llena de la vida en que aún se
fermentan.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario